Describirse a uno mismo creo que sea una de las cosas más difíciles que existe, sobre todo para los que trabajamos más con las manos que con las palabras, pero si pienso en la trayectoria de mi vida hasta hoy, creo que han existido algunos hilos que de una forma u otra me han conducido a ser el hombre y el médico que soy ahora.
Debo reconocer que desde que era pequeño me he caracterizado por tener una gran curiosidad, siempre me ha interesado saber qué hay más allá de los confines físicos e imaginarios. Otra cosa que siempre me ha apasionado es el trabajo con las manos, como cuando tocaba el piano siendo un niño y como cuando manejo un bisturí o un instrumento de precisión en la actualidad. Lamentablemente durante mi juventud quedé marcado por la enfermedad de mi madre, que falleció cuando a penas comencé mi primer año de especialidad en el hospital. Un cáncer de mama. Que quería ser médico lo tenía claro desde que era un niño, que me dedicase a la oncología fue la consecuencia directa de los problemas familiare. Veía en el oncologo la persona capaz de salvar la vida de los demás, pero mi idea no era trabajar en el campo de la Senología, no me creía capaz emocionalmente. Pero la vida a veces decide por ti y mi primer trabajo como cirujano fue en una unidad de cirugía senológica y de reconstrucción mamaria.
La sensibilidad que desarrollé hacía las mujeres con cáncer de mama, hizo que no sólo me preocupase la parte oncológica, sino que me interesé también de la parte estética, que al inicio parecen no ser importante, pero que con el tiempo juegan un papel fundamental en la cura del cáncer de mama, fue así que profundicé mi conocimiento y práctica en la cirugía estética, oncoplástica y de la calvicie. Las ganas de aprender más y más, sobre todo de los mejores y mi obsesión por la búsqueda de la perfección en mi práctica médica, me llevaron en el 2013 al IEO (Instituto Europe de Oncología) de Milán, ciudad de la que me enamoré locamente a primera vista.
La cirugía oncología desgraciadamente a veces es muy dura psicológicamente, sobre todo para las personas que tenemos un difícil bagaje familiar. Después de 6 años dedicado en cuerpo y alma a la cirugía del cáncer de mama, recibí la propuesta profesional de ser el pionero en Italia de una cosa completamente nueva y diferente, menos desestabilizadora desde un punto de vista emotivo, pero muy estimulante desde el punto de vista profesional: la cirugía robótica del transplante capilar. Desde aquel momento decidí dejar la cirugía hospitalaria y dedicarme sólo a la actividad privada en el ámbito de la medicina estética, la cirugía estética y el transplante capilar. Pero esta elección no me ha hecho abandonar la oncología, que siempre estará en mi corazón y que todavía guía parte de mi vida y me une a mi pasado, ahora sólo la practico por beneficencia. Lo que suceda mañana… ya se verá.